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Los mitos del bronceado

1.¿El bronceado es saludable?

Hay estudios que demuestran que broncearse produce adicción, que libera endorfinas que son placenteras y dan una sensación de relajación. Feldman et al. estudiaron 14 adultos jóvenes usuarios de cámaras, a quienes ofrecieron equipos idénticos, uno de ellos sin radiación ultravioleta, y el 95% de las veces escogieron uno con dicha radiación. Un estudio de seguimiento de más de 6.000 adolescentes en Estados Unidos, evalúo los factores de riesgo en 5,4% de la población que era usuaria habitual de las cámaras y encontró asociación significativa con dietas para adelgazar, uso de laxantes y vomitar para controlar el peso, fumar, beber, consumir sustancias recreacionales que crean hábito y tratar de lucir como las mujeres de los medios.

2.¿Hay verdaderas razones médicas para broncearse?

Se ha invocado la síntesis de vitamina D para prevenir la osteoporosis; sin embargo, se ha demostrado que 25% de la dosis mínima que produce eritema (DME) de rayos ultravioleta B es suficiente para suplir las necesidades y que en 20 minutos en la cámara se reciben de 4,5 a 7 veces la DME. Además, las excesivas dosis de radiación aceleran el catabolismo de la vitamina D.

Hay enfermedades, como la psoriasis, el vitíligo, el eccema y el acné, que mejoran con radiación UV y hay autores que sugieren que los pacientes con estas enfermedades deberían usar las cámaras. Sin embargo, no se tiene en cuenta la toxicidad acumulada en un proceso autoadministrado, sin ningún control en la dosis.

3.¿Protege el bronceado del daño solar?

Broncearse en una cámara aumenta la pigmentación, principal mecanismo protector en las razas morenas. Sin embargo, en los blancos, principales usuarios de las cá-maras en los países industrializados, su único mecanismo de defensa es el aumento del grosor de la capa córnea y las cámaras no estimulan este engrosamiento. Este bronceado no aumenta la dosis mínima que produce eritema y el ácido trans-urocánico que es un fotoprotector natural, se convierte a su forma cis, que es inmunosupresor y favorece la formación de tumores de la piel. El bronceado previo a la exposición solar no protege más que un factor de protección, con el agravante de que se reciben dosis de UVA 10 a 15 veces superiores al sol y que la piel cubierta recibe altas dosis.

4. ¿Son las cámaras menos dañinas que el sol?

Está demostrado que la radiación ultravioleta de cualquier fuente, sea solar o de aparatos de bronceado, produce mutaciones del ADN que se pueden comprobar por el incremento de dímeros ciclo butanos de pirimidinas, con disminución de la expresión de la proteína antiapop-toica p53 10. In vivo se demostró que tanto la radiación ultravioleta A como la B producían niveles comparables de dímeros de timidina en queratinocitos y melanocitos11. En un estudio de técnicas estadísticas muy refinadas hecho en el Reino Unido, se pudo demostrar que, al menos, 100 de las muertes anuales por melanoma maligno (6%) eran atribuibles al uso cámaras bronceadoras12. En un periódico de la universidad de Winston-Salem de 1983, se publicó la muerte de una mujer por quemaduras graves asociadas al uso de psoralenos y cámaras bronceadoras13. La incidencia de melanoma maligno ha aumentado de una manera alarmante en el mundo. Mientras en 1935 una de cada 1.500 personas tenía melanoma maligno, para 1980 esta cifra se había incrementado a 1 de cada 250 y se calcula que, de los individuos nacidos en los Estados Unidos en 2008, uno de cada 55 tendrán un melanoma en cualquier momento de su vida. Entre los factores de riesgo para desarrollar melanoma maligno están el color de piel, del pelo y de los ojos, la exposición a la radiación ultravioleta, principalmente intermitente, la alta frecuencia y seriedad de las quemaduras solares, el sexo masculino y la presencia de pecas. Pero uno de los más fuertes factores de pronóstico es el número y el tamaño de los nevus, principalmente los displásicos. En un estudio reciente hecho en Denver, Colorado, donde la exposición solar es alta durante todo el año, en niños blancos nacidos en 1998 a quienes se le evaluó sus nevus durante tres años consecutivos (2004, 2005 y 2006), se encontró un número significativamente mayor de nevus en quienes se bronceaban.

En un metanálisis del grupo de trabajo de la Interna-tional Agency for Research on Cancer en luz artificial ultravioleta y cáncer de piel, de todos los artículos publi-cados hasta marzo de 2006, en 19 estudios de melanoma que cumplían con los criterios para ser incluidos, en-contró que había relación entre exposición a cámaras de bronceado y melanoma maligno con un riesgo relativo, aunque los hallazgos no correspondieron con la dosis-respuesta, sí había una relación significativa con la primera exposición antes de los 35 años. En tres estudios analizados, también se encontró asociación con carcinoma escamocelular, pero en dos estudios no se probó dicha relación con el carcinoma basocelular.

Aunque hay artículos controversiales al respecto, no obstante, en un estudio multicéntrico en cinco países europeos (Bélgica, Francia, Noruega, Suecia y el Reino Unido) realizado en sujetos caucásicos de 18 a 49 años, entre 1999 y 2001, con 597 casos de melanoma cutáneo y 622 controles, no encontraron asociación entre mela-noma maligno y uso de cámaras bronceadoras. En un estudio de casos y controles realizado en Estados Unidos en 30 mujeres blancas, menores de 40 años, con diagnóstico comprobado de carcinoma basocelular, se evaluaron como factores de riesgo el consumo de cigarrillos, el uso de cámaras bronceadoras, el antecedente de quemadura solar hasta ampollarse, la exposición recreacional al sol y el uso de antisolares. Aunque los casos de carcinoma basocelular asistieron a cámaras bronceadoras el doble de veces de los controles, sólo se encontró asociación estadística-mente significativa con el hábito de fumar y el quemarse hasta ampollarse.

fuente: http://revistasocolderma.org/files/camaras%20bronceadoras.pdf

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