piel y estrés

Los efecto del estrés en la piel

 La piel y el sistema nervioso central proceden del mismo tejido celular, la ectodermis, una de las tres capas primitivas que forman el embrión. No es por tanto sorprendente que la piel esté estrechamente vinculada al sistema nervioso. Angustia, estrés, contrariedades o cansancio tienen por tanto repercusiones en la piel.

La acción del estrés sobre la piel

La piel, al igual que el conjunto del organismo, reacciona con intensidad ante el estrés: es objeto de reacciones inflamatorias como el eccema, o la aparición de rojeces y la tez se modifica. Las células de la piel son especialmente sensibles al estrés ya que la mayoría de ellas poseen receptores que responden a las hormonas denominadas “del estrés”. Estas hormonas, que se liberan entonces, provocan una vasoconstricción: el tejido cutáneo está peor nutrido, la cara cambia de color y está más pálida. Después aparecen otros signos: el vello se levanta y las glándulas sudoríparas empiezan a producir sudor, en particular en la frente, las palmas de las manos y las axilas. El cansancio también actúa sobre el aspecto de la piel: aparecen ojeras y rojeces, la piel está más rugosa y pierde luminosidad y frescor.

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